- Editorial: Cuadernillo para concierto didáctico.
- Editor: Derrama Magisterial
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Su difusión e imposición
En la época final del Renacimiento e inicio del Barroco, los compositores emprendieron el interés por el violín, traduciéndose este en la creación de composiciones para este instrumento y difundiéndose así por toda Europa. Construyeron nuevos registros para este instrumento de arco y entre ellos tenemos: La viola, el violoncelo y posteriormente el contrabajo.
Simultáneamente España inicia su tenaz aventura hacia la búsqueda de “El Dorado”; a establecer nuevas rutas de exploración donde hallaría tierras y civilizaciones como la nuestra: El Estado Incaico. Con la invasión trajeron e impusieron una nueva creencia, una nueva lengua, nuevas enfermedades, costumbres y también instrumentos musicales, con melodías que eran acompañadas por las danzas cortesanas o danzas con melodías propias. Era la Iglesia quien solicitaba músicos para las catedrales que se iban construyendo en las grandes ciudades, contratando a los Chantre[1]. Se sabe que Roque Ceruti[2] fue uno de los músicos más importantes de la época colonial y quien dio mucha importancia al violín, creando composiciones para este instrumento que -por orden clerical- se tocó en todas las parroquias construidas durante el virreinato. Fue así que tanto en la costa, sierra y luego en la selva se llega a escuchar música sacra interpretada por las orquestas de cámara.[3]
El violín poco a poco empezó a ser parte de la tradicionalidad en los pueblos y algunas zonas urbanas, como lo demuestran los dibujos realizados por Baltazar Martínez de Compagnon. Esta difusión permitió también que los pobladores indígenas puedieran apropiarse del violín para ejecutar su música, principalmente porque fueron reclutados para aprender los instrumentos y adoctrinados en la fe en el proceso de “civilizarlos”. Es por ello que el violín luego estuvo ligado a la música indígena y no a la de los señores. Siglos después, cuando empezaron las migraciones de los habitantes de las zonas rurales a las capitales y principalmente a Lima; se inició la interrelación con pobladores de diferentes zonas, dándose a conocer toques de violín con particularidades según la región de donde provenían.
Con el “toque” de violín
La presencia del violín ha marcado fuertemente la identidad indígena de muchos pueblos, acoplándola con el arpa, ambos instrumentos fueron designados para civilizarlos mientras que, por otro lado, la guitarra era propia de los señores. En el caso de la selva se utilizó la percusión.
En la provincia de Chincha, la danza de “Hatajos de Negritos” se realiza con tonadas de violín para la adoración al Niño Jesús (costumbre que se realiza en tiempo de Navidad y Bajada de Reyes). Este violín es afinado un tono más bajo, con la finalidad de ayudar a las voces que cantan en registros agudos, propios del origen campesino. El violinista hace sus ataques de arco consiguiendo que las cuerdas graves sirvan de pedal, mientras que las agudas cumplen su función melódica. Otro beneficio de bajar la afinación de las cuerdas es que pueden ejecutarse hasta 3 cuerdas al mismo tiempo sin dificultad.
(Foto: el violinista Guillermo Marcos Santa Cruz, acompañando a una cuadrilla)
En la provincia de Lucanas (Ayacucho), el violín está presente por excelencia en todo el calendario festivo de cada pueblo y siempre acompañado del arpa. Al igual que en el violín usado en Chincha, los violinistas de Lucanas cambian la afinación según la zona. Se caracteriza por la ornamentación en el discurso melódico, donde el glisando[4], notas dobles, notas agudas alrededor del Sol6 predominan en la interpretación.
En cuanto a la construcción de los instrumentos, se puede citar lo que el etnomusicólogo Manuel Arce dice: “… por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX, el violín de la danza de tijeras era también un instrumento de factura local y con sus propias características físicas y sonoras. Pero actualmente, ya sea en Lima o en la región Chanca, el violín utilizado en esta danza es importado de Alemania, la República Checa, pero también de China o España.” Lo mismo sucede con músicos de otras zonas, prefiriendo violines de importación.
En la selva peruana existe un arco musical, el piómpirintzi, llamado así por la comunidad Aguaruna y Ashaninka. Su ejecución se hace frotando la cuerda templada con la fibra central de una hoja de palmera y sujetada con la boca, que sirve de caja de resonancia. El piómpirintzi es usado para la caza. El kitag es un violín rudimentario hecho con cuerdas de chambira, construido de madera balsa y consta de dos cuerdas. Por otro lado, tenemos al músico Andrés Vargas Pinedo, quien con su conjunto “Corazón de la Selva” grabaron Chimayches, incluyendo el violín de modelo clásico.
Kitag
Piómpirintzi
En el Valle del Mantaro el violín ha tomado una gran importancia para la interpretación de los huaynos, huaylarshs, chonginadas, tunantadas, etcétera. Está presente en todas las formas musicales y como máximo representante tenemos al maestro Zenobio Dagha, quien formó la orquesta “Juventud Huancaína” y es compositor de alrededor de 600 canciones. El discurso musical del violinista huanca se extiende en las introducciones e intermedios de las canciones, empleando glisandos y trémolos. Los ritmos en las melodías son aproximados a las semicorcheas, con ataques cortos del arco.
En Cusco, Cajamarca, Pasco, Apurímac y Huánuco existe una presencia importante de este instrumento, integrándose a las estudiantinas, orquestines y comparsas. El departamento de Ancash también ha integrado a sus conjuntos musicales el violín; pero lo más representativo para este instrumento podría ser el “Chimayche o Chimaychi”, donde el violín ejecuta introducciones de doble cuerda (con nota pedal) y es acompañado con arpa.
Entre otros cultores reconocidos por su trayectoria o con reconocimientos por los estudiosos tenemos a: Máximo Damián (Ayacucho), Chimango Lares (Ayacucho), Eber Alvarez (Ancash), Máximo Rivero (Ancash), Amador Ballumbrosio (Ica) y Daniel Zamalloa (Cusco), entro otros. Cada violinista ha creado o continuado musicalidades con técnicas propias, sonidos, funciones y usos. Ya sea con influencia de la técnica occidental o una técnica totalmente nueva, el violín es considerado un instrumento importante en la tradición peruana, debiéndose reconocer como Patrimonio Cultural de la Nación por su popularidad, diversidad de estilos e identidad de cada pueblo.
[1] Los Chantré eran los maestros de capilla en las catedrales.
[2] Compositor y violinista de Milán, nacido en 1683.
[3] Conjunto de instrumentos de cuerdas frotadas de reducido número, con intervenciones ocasionales de otros instrumentos.
[4] Efecto de arrastre en la cuerda del violín
Referencias bibliográficas
ARCE SOTELO, Manuel “La danza de tijeras y el violín de Lucanas”. Instituto Francés de Estudios Andinos. Lima, 2006.
CHIRIF, Alberto y VARESE, Stefano “Voces e instrumentos de la selva”. En Casa de la Cultura del Perú e Instituto Porras Barrenechea. Impresión Minerva. Lima, 1969
SAS ORCHASAL, Andrés “La música en la Catedral de Lima, Historia General”. En Casa de la |Cultura del Perú y Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima, 1970 – 1971.
VAZQUEZ, Chalena “La Práctica musical de la población negra en el Perú”. Ediciones Casa de las Américas. La Habana, 1982.
Publicado en: Derrama Magisterial, Cuadernillo para concierto didáctico. Febrero 2008